(in)Justixia Parte IV
¿Por qué? ¿Por qué Charli se rendiría tan fácilmente? Estos tipos van a matarnos y ni siquiera hemos dado pelea, pensaba Xosé Yuste. Él y su compañero habían sido emboscados por 6 tipos con la peor traza posible, los habían perseguido toda la noche y ahora se les habían adelantado llegando antes a la casa a donde Madame Bouvier los había enviado, ¿será que esto era una trampa de la dueña del burdel? Sea como sea estaban por ser asesinados.
En la sala donde estaban todos había una mujer de un aspecto extraño, era un mezcla entre juventud y vejez. Estaba amordazada y apenas podía ver o hablar. Los detectives estaban entre la espada y la pared, las armas de los seis hombres los apuntaban. El que parecía ser el patrón, preguntó: ¿Qué piensan que están haciendo? ¿No saben en lo que se han metido?
Xosé estaba por responder, pero Charli se le adelantó: No, pero quizás ustedes nos puedan ayudar.
Te voy a dar una mano. Te voy a enviar directo al infierno y ahí puedes preguntarle al diablo, respondió el cabecilla de los malandros que estaban por matarlos mientras cargaba su arma. Entonces el detective Cedeño expresó las que serían sus últimas palabras: Pueden, por favor, apagar la luz.
Se negaron a hacerlo. De pronto, un estruendo desconcertó a todos, el sonido de vidrio rompiéndose irrumpió en el silencio sepulcral del cuarto. Aprovechando la confusión los detectives se lanzaron buscando cobertura y comenzaron a disparar. Una botella atravesó el vidrio de la ventana y junto con ella, comenzaron a entrar piedras por la ventana rota. Algunas impactaron en los pillos. Charli y Xosé aprovecharon la situación para sujetar a la mujer, saliendo a toda velocidad del lugar con los disparos de los desorientados matones.
Lograron salir del lugar y entrar en el Chevy Nova 88 para escapar de lo que estuvo a punto de ser su tumba. Xosé parecía confundido. ¿Qué acaba de pasar, compa?, preguntó mientras desataba y tranquilizaba a la agitada mujer.
¿Recuerdas que te dije cuando llegamos que subas antes que yo? Bueno, aproveche ese momento para acercarme a los muchachos que estaban jugando pelota y chupando en la cancha, explicaba el detective Cedeño. Les dije que si en cinco minutos no se apagan todas las luces del edificio al que entrabamos, que comiencen a tirar botellas y piedras a donde estaba la luz prendida. Les pague dos jabas para que lo hagan, concluyó Charli sin exaltarse y muy calmado.
El joven detective Yuste se quedó callado. Entonces con una voz débil y casi sin energía la mujer agradeció. El detective Cedeño le preguntó quién era. Ella respondió que su nombre era Jessie Pincay y que era una de las chicas del burdel de Madame Bouvier, entonces dijo algo que los sorprendió, apenas tenía 21 años, sin embargo su aspecto era el de una mujer casi de 40 años. Extrañados preguntaron que le había pasado. Ella respondió que su cuerpo comenzó a cambiar cuando empezó a consumir un nuevo tipo de droga sintética que algunas otras chicas que se dedicaban a lo mismo que ella usaban. Era una moda entre las prostitutas jóvenes “triple A”.
NKNC es el nombre de la droga, pero nosotras la llamamos “yerbavieja” porque nos salen arrugas al consumirla y si quieren puedo llevarlos directo con el hijo de puta que me la regaló, dijo Jessie mientras tomaba aire por las pocas fuerzas que le quedaban.
Xosé se pasó al asiento delantero, mientras la prostituta los guiaba al lugar donde podían encontrar al “dealer” de la droga.
Hubo de pronto un silencio en el auto, Xosé miró a Charli y le cuestionó lo que hubiera pasado si en el departamento los matones hubieran apagado la luz.
Estaríamos muertos, respondió el detective Cedeño con una seria mirada a su novato compañero.
Estaban camino a atrapar al traficante, guiados por la prostituta envejecida Jessie Pincay alias “Labios Dulces”, como ella había contado. La lluvia sobre la ciudad de Guayaquil caía con gran intensidad. Van a ser las cuatro de la mañana en la Perla del Pacífico.
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