Lo Cortés No Te Quita Los Clientes

Es increíble el poder que tienen las palabras. Saludar a alguien con un: “buenos días”, o despedirse de forma apropiada hacen una gran diferencia en las interacciones humanas. Pero en algunas marcas y negocios, enseñar buenos modales a sus empleados parece ser una pérdida de tiempo.

Darle un buen servicio al cliente no es un valor agregado, es una obligación. ¿Por qué? Por la simple razón de que un buen trato puede ser el secreto para cerrar una venta o perderla. Sin embargo, en muchos lugares uno observa empleados con caras largas, sin ánimos de brindar ningún tipo de ayuda y peor aún, con fastidio por solucionar las inquietudes de los compradores.

Con el paso del tiempo, ser vendedor o estar involucrado en actividades de atención al cliente se convirtió en una vocación para la que hay que tener paciencia, tolerancia y sobre todo, mucha empatía con las personas.

Las malas experiencias del cliente en restaurantes, tiendas o todo tipo de servicios ocasiona no sólo pérdidas en dinero, sino también en el posicionamiento de la marca, un aspecto que cada día está más disputado.

Y vaya que hay personas que no olvidan un mal trato. En mi caso ocurrió a inicios de este mes cuando salí a desayunar con mi esposa. Teníamos deseos de probar un famoso lugar de desayuno muy promocionado en redes sociales y ubicado en Samborondón. Para nuestra sorpresa, nos encontramos con un lugar abarrotado de gente en el que nadie nos recibió a la entrada y después de casi 5 minutos de estar parado sin saber si podríamos conseguir una mesa nos fuimos. En ese lapso de tiempo nadie saludo, ni se molestaron en atendernos para preguntarnos qué deseábamos.

¿Qué persona querría regresar a un lugar tan mediocre como ese? Para los que atendían no fuimos importantes porque estaban con casa llena en aquel momento, pero seguro nos extrañarán en épocas de vacas flacas en la que nosotros y tal vez otras personas que sufrieron el mismo mal trato, hubiésemos regresado.

Aquella experiencia me llevó a pensar en la vital importancia de contratar personas con buenos modales y que le den valor a la marca a través de un servicio impecable a todos los clientes. Sin duda alguna, ahí es donde está la gran diferencia en un mundo cada vez más competitivo donde un detalle tan pequeño como la cordialidad resultan decisivos.

Un gran ejemplo es Cabify, que tiene a las cooperativas de taxis formales e informales comiéndose las uñas. ¿Cuál fue la clave de su éxito? ¡Brindar un buen servicio personalizado a todos sus clientes!

En fin, para culminar mi crítica gastronómica de aquel desdichado restaurante. La comida estuvo malísima, ni siquiera pude probarla. El servicio inexistente, porque ni siquiera pude tratar con ellos. Y su local, pequeño y poco acogedor, con personas que me veían con desagrado. Les recomiendo que nunca vayan a un lugar como ese, a menos que quieran vivir una desagradable experiencia.

¡Bon appétit!

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