Pisoteando La Memoria Del Gran Kapu

Si hay una razón por la cual existe hoy el periodismo, es por el deseo del hombre de mantenerse informado. "Los hechos son sagrados y las opiniones son libres", histórica frase disputada entre Charles A. Dana —uno de los inventores del periodismo informativo— y C.P. Scott —legendario editor y director del diario The Guardian— para denotar la responsabilidad que tiene el periodista al momento de narrar los acontecimientos, y la libertad que tiene para interpretarlos, desarrollando juicios de valor que nutren los criterios de la audiencia. 

Sin embargo, el panorama actual en nuestro país genera muchas dudas. El fuego sagrado de buscar la versión más cercana a la verdad se traspapela entre los libros de texto. Esto era inadmisible para Ryszard Kapuściński, periodista, fotógrafo y escritor polaco, considerado por uno de sus colegas como "uno de los más creíbles que el mundo ha visto". De seguro el gran Kapu estaría avergonzado de la tarea de algunos diarios de hoy.

Esta idea se precipita a mi cabeza luego de observar la labor de algunos medios durante la cobertura de la catástrofe que azotó el país donde resido. El sábado 16 de abril un terremoto de magnitud 7.8 golpeó la costa norte ecuatoriana y dejó un saldo fatal junto con miles de dólares en daños. La noticia estaba ahí, era clara, era estremecedora y merecía ser tratada con mucho respeto. 

No obstante, el foco de la cobertura estuvo en las aristas más que en los problemas reales que se presentaron. Después de tantos ataques sufridos por la prensa, esta era su oportunidad de ganar terreno, de demostrar lo que pueden hacer en favor de nuestra sociedad. Mas fracasaron en favor de titulares que ya la mayoría conocíamos a través de las redes sociales. No se le dio vuelta a los hechos y se "fotografió" una realidad que a muchos les tomó días entender.

Fueron algunos medios extranjeros los que en primeras horas, luego de la tragedia, comenzaron a informar sobre lo que sucedía en la zona del sismo. Faltó un poco más de valor para buscar la verdadera noticia. Aún hay preguntas que rondan mi cabeza, que no han sido contestadas, que tal vez nunca lo sean. 

El periodismo ecuatoriano pintó sus primeras planas con los colores de la tragedia sin una franca intención de cavar más profundo en los acontecimientos, en las causas y en los números que quedarán marcados para siempre en la retina de una nación.

Faltó una comprensión retrospectiva que nos permitiera ver más allá del presente para analizar el pasado y los motivos de que este fenómeno natural nos tomara por sorpresa. Hemos olvidado también poner un pie en el futuro para intentar pronosticar lo que nos espera, el impacto en la cultura, la economía y la política.

Ahora, este sacudón no debe ser solo para reconstruir los cimientos de todas las localidades flageladas por la violenta convulsión de la tierra, sino que debe permitirnos vernos al espejo como sociedad para rehacer todo lo que debe quedar enterrado entre los escombros.

"En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto", dijo alguna vez Ryszard Kapuściński y más acertado no podía estar. Después de todo la historia siempre responde a la pregunta: ¿por qué?

Entonces, ¿por qué no comenzamos a realizar un periodismo más responsable? Dejemos de pisotear la memoria del gran Kapu y guardemos su fuego sagrado de procurar la veracidad como el más preciado bien de nuestro periodismo. Este es el momento para que dejemos de contar la historia y comencemos a hacerla.

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