EDITORIAL: Nueve años de revolu… ¿qué?
Muchos esperaban a que llegue el día en que no hubiera sabatina, hasta que sucedió. Pero no por piedad del supremo líder, sino por los innegables festejos de su revolución, que cumplió nueve años dando palmadas en la espalda a quien se adhiere a ella y golpes, sin misericordia, a aquellos que se han atrevido a desafiarla. Después de todo, en el manual de la RC, la democracia no da cabida a escuchar a quienes representan la oposición, antes bien, hay que aplastarlos, humillarlos, desacreditarlos y hacerlos desaparecer.
Casi una década de qué. ¿De hacer su trabajo? ¿De cumplir con lo que el pueblo mandante los ha puesto a hacer? Y eso, ¿merece un premio? A veces me pongo a pensar en lo bajo que los gobiernos anteriores dejaron al país (en la total y completa ruina) para que llegara el tuerto a reinar entre un montón de ciegos. En este periodo de tiempo nos han enseñado a comer cuento, cemento y un, muy bien publicitado, “sueño ecuatoriano” en el que aún no estamos.
¿Usted cree que no es así? Repasemos lo del primo Pedro, cuando nos dijeron que si probaban la falsedad de su título, renunciaban. Se comprobó. Pero comimos cuento (al igual que la famosa historia de que solo se iba a un matrimonio en Miami). O qué le parece esa muy bien estudiada respuesta sobre todas, toditas, todas las carreteras, hospitales y escuelas que se han construido. Mas no hay carretera que dure para siempre. Hay gente que sigue esperando su turno en los hospitales públicos. Mientras que la mejor educación sigue siendo la de los colegios privados. Pero qué importa todo eso, si igual se ve bonito. Es que en Ecuador vivimos del cemento, ahora ¿qué más se puede decir?
Por ahí leí que escribían: “Con tus errores y hasta tus contradicciones, te amo, defiendo y empujo hacia la radicalización, RC”. ¿Radicalización? ¿Te amo? Suena a que las cosas se subieron de tono para los partidarios de un movimiento político que no es más que eso, política. Se puede amar a la madre o hasta a la Patria, dependiendo del sentir cívico de la persona. Pero, ¿a un movimiento político? Creo que en el siglo XX los seres humanos aprendimos bien la lección de lo que puede ocasionar este tipo de sentimientos. Es también una lástima leer la palabra radicalización, cuando el verdadero objetivo debería ser la conciliación de un pueblo que ya ha tenido bastante durante su paupérrima historia de líderes de gobierno.
Siete años de bonanza y vacas gordas tuvo este gobierno. Pero llegó la hora - casi anunciada bíblicamente - de las desdichas y las vacas flacas. Por suerte fueron cautos y ahorraron. ¿No? ¿No ahorramos cuando mejor nos fue? Bueno, no importa. El supremo líder ya nos comparó con una familia de clase media que sale adelante, del mal rato, pagando con tarjeta de crédito. Al final de cuentas, esa deuda se paga sola, ¿verdad?
Casi una década de qué. ¿De hacer su trabajo? ¿De cumplir con lo que el pueblo mandante los ha puesto a hacer? Y eso, ¿merece un premio? A veces me pongo a pensar en lo bajo que los gobiernos anteriores dejaron al país (en la total y completa ruina) para que llegara el tuerto a reinar entre un montón de ciegos. En este periodo de tiempo nos han enseñado a comer cuento, cemento y un, muy bien publicitado, “sueño ecuatoriano” en el que aún no estamos.
¿Usted cree que no es así? Repasemos lo del primo Pedro, cuando nos dijeron que si probaban la falsedad de su título, renunciaban. Se comprobó. Pero comimos cuento (al igual que la famosa historia de que solo se iba a un matrimonio en Miami). O qué le parece esa muy bien estudiada respuesta sobre todas, toditas, todas las carreteras, hospitales y escuelas que se han construido. Mas no hay carretera que dure para siempre. Hay gente que sigue esperando su turno en los hospitales públicos. Mientras que la mejor educación sigue siendo la de los colegios privados. Pero qué importa todo eso, si igual se ve bonito. Es que en Ecuador vivimos del cemento, ahora ¿qué más se puede decir?
Por ahí leí que escribían: “Con tus errores y hasta tus contradicciones, te amo, defiendo y empujo hacia la radicalización, RC”. ¿Radicalización? ¿Te amo? Suena a que las cosas se subieron de tono para los partidarios de un movimiento político que no es más que eso, política. Se puede amar a la madre o hasta a la Patria, dependiendo del sentir cívico de la persona. Pero, ¿a un movimiento político? Creo que en el siglo XX los seres humanos aprendimos bien la lección de lo que puede ocasionar este tipo de sentimientos. Es también una lástima leer la palabra radicalización, cuando el verdadero objetivo debería ser la conciliación de un pueblo que ya ha tenido bastante durante su paupérrima historia de líderes de gobierno.
Siete años de bonanza y vacas gordas tuvo este gobierno. Pero llegó la hora - casi anunciada bíblicamente - de las desdichas y las vacas flacas. Por suerte fueron cautos y ahorraron. ¿No? ¿No ahorramos cuando mejor nos fue? Bueno, no importa. El supremo líder ya nos comparó con una familia de clase media que sale adelante, del mal rato, pagando con tarjeta de crédito. Al final de cuentas, esa deuda se paga sola, ¿verdad?
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