En La Tribuna Del Teatro
Cuando el concierto llegó a su fin, comenzaron a presentarse en mi cabeza los recuerdos de aquello que vivimos para disfrutar de ese mágico momento. Pensaba en lo que costó y luchamos por estar ahí cantando a todo pulmón, tomándonos una "selfito", grabando los videos para la memoria eterna de los hijos y los nietos. Recuerdo lo que fue comenzar a corear con fuerza el "olé, olé, olé, olé, Fito, Fito". En definitiva, un momento memorable de nuestras vidas que quedará por siempre marcado.
Hay que ir unas cuantas semanas atrás para empezar a revivir cuándo comenzó la ruta hacia ese inolvidable instante de música sempiterna. La noticia de la llegada del aclamado artista fue una verdadera sorpresa y en cuanto confirmamos el arribo de Rodolfo "Fito" Páez fue inevitable que iniciara el proceso de armar el plan para el concierto.
Conseguir las entradas fue pan comido, nunca había hecho una fila tan corta para comprar algo, ni siquiera en el supermercado. Con las entradas a nuestro haber sólo restaba contar los días para el concierto, ese martes seis de octubre de dos mil quince que sería una primera vez para ambos. Después de esa experiencia puedo dar fe que vivir sin haber asistido a un concierto de Fito Páez es un crimen para cualquier amante de la buena música.
La cuenta regresiva avanzaba satisfactoriamente hasta un par de días antes del concierto cuando por diversos motivos todo se complicó. Mi fiel compañera en este viaje llamado vida y yo, nos encontramos con dos grandes barreras que superar en casa y en el trabajo para poder asistir al conciertazo que nos esperaba. Encontrar la solución no fue fácil, dimos vueltas en espiral como perdidos y agobiados, con la tristeza de que existía la posibilidad de perdernos al magistral cantante.
Tomamos valor y aliento en las letras de las canciones de este mago del piano y al profundizar el gran deseo que teníamos de estar ahí logramos dar solución a ambas situaciones y regresamos al sendero que tenía un solo final: el recital del sr. Páez.
Ese martes nos pusimos en camino, no sin antes hacer una pequeña parada en nuestro local favorito de sánduches para estar con la barriga llena y el corazón contento. A mitad del camino se nos presentó un pequeño percance que nos retrasó algunos minutos, pero salimos disparados con la certeza de que no nos perderíamos nuestra canción, la que tanto deseabamos escuchar.
Llegamos al teatro y podíamos escuchar a lo lejos que el concierto ya había tomado curso, rogamos entrar cuanto antes para juntarnos con las casi 950 butacas repletas de fanáticos del rosarino. Abrimos las puertas de la sala y en ese momento comenzó la magia. Casi como si se tratase de una película, cuando ingresamos, comenzó a sonar nuestra canción, las emociantes notas de piano que dieron paso a un "en un café se vieron por casualidad" muy emotivo para ambos. Misión cumplida, pensamos. A disfrutar del show. No estabamos entrando a un simple teatro sino a un sueño que comenzaba a realizarse.
Al ubicarnos en nuestros asientos lo vimos de frente, ahí estaba, Fito Páez, solo al piano, sobre el escenario y entonando la melodía que tanto nos gusta.
Después de escuchar esas 11 y 6 emociones nos sumergimos en un concierto fantástico llevado por un verdadero maestro de ceremonía, que movía a la gente al compas de sus dedos en el piano y su voz única. A ratos, poniendo en su sitio a algunos "boludos" que interrumpían, pero siempre con su buen ánimo, siempre con la buena onda de los argentinos. La noche continuó mientas sentíamos pasar Dos días en la vida paseando con los emotivos Ejes de mi carreta que enmudecieron a todo el teatro por el sentimiento que Fito puso en la canción.
Con el sueño cumplido y con esa persona tan especial a mi lado, sentí que podía morir en paz y ser enterrado en las Tumbas de gloria en un lugar Detrás del muro de los lamentos, llevándome conmigo Un Vestido y Un Amor porque te vi ahí, junto a mí. Eso nos llevo a dejar el alma cantando al mismo instante que Fito salía del escenario para regresar, breves minutos después, coreado por un fuerte "olé, olé". Al volver junto al piano dejó un mensaje muy claro: Yo vengo a ofrecer mi corazón. A capela.
Con el estadio convertido en la tribuna de un estadio volvió al piano para deslumbrar a todos, como siempre, Brillante sobre el mic; un tema que logró calar hondo y con un inolvidable mensaje para que no olvidemos a aquellas personas que han marcado nuestras vidas. Después de esto, fue fácil entender que Dar es dar, mientras una Mariposa technicolor volaba por el teatro, Todos nos sentíamos parte de ese escenario que explotaba de júbilo con esta canción, un himno para los amantes de la música del argentino.
Nuevamente salió del escenario, pero el clamor de la gente logró una segunda vuelta, que hizo que todos rompieran el protócolo. Los expectadores salieron disparados hacia adelante para obtener las mejores fotos y videos, para conseguir la anhelada "selFito", y nosotros no nos quedamos atrás. Al sentarse en el piano y entonar las melodiosas notas de su última canción de la noche, pues, A rodar mi vida y a brincar y saltar sobre los tablones para que el aliento y el cariño se sientan.
El cierre perfecto para una noche sin reproches, en donde más de uno llenó su memoria con interminables recuerdos que no van a olvidar. Lo logró un hombre, con una voz extraordinaria y un espíritu juvenil que lo sigue caracterizando.
Así disfrutamos de este genio del rock latino, en un concierto del que todos hablarán durante mucho tiempo. Yo ya tengo lista la imagen reminescente de una de las mejores veladas en mucho tiempo. Tiene, por supuesto, una F: de Fito y de felicidad compartida con aquella persona especial que potencia cada recuerdo con su presencia.
Conseguir las entradas fue pan comido, nunca había hecho una fila tan corta para comprar algo, ni siquiera en el supermercado. Con las entradas a nuestro haber sólo restaba contar los días para el concierto, ese martes seis de octubre de dos mil quince que sería una primera vez para ambos. Después de esa experiencia puedo dar fe que vivir sin haber asistido a un concierto de Fito Páez es un crimen para cualquier amante de la buena música.
La cuenta regresiva avanzaba satisfactoriamente hasta un par de días antes del concierto cuando por diversos motivos todo se complicó. Mi fiel compañera en este viaje llamado vida y yo, nos encontramos con dos grandes barreras que superar en casa y en el trabajo para poder asistir al conciertazo que nos esperaba. Encontrar la solución no fue fácil, dimos vueltas en espiral como perdidos y agobiados, con la tristeza de que existía la posibilidad de perdernos al magistral cantante.
Tomamos valor y aliento en las letras de las canciones de este mago del piano y al profundizar el gran deseo que teníamos de estar ahí logramos dar solución a ambas situaciones y regresamos al sendero que tenía un solo final: el recital del sr. Páez.
Ese martes nos pusimos en camino, no sin antes hacer una pequeña parada en nuestro local favorito de sánduches para estar con la barriga llena y el corazón contento. A mitad del camino se nos presentó un pequeño percance que nos retrasó algunos minutos, pero salimos disparados con la certeza de que no nos perderíamos nuestra canción, la que tanto deseabamos escuchar.
Llegamos al teatro y podíamos escuchar a lo lejos que el concierto ya había tomado curso, rogamos entrar cuanto antes para juntarnos con las casi 950 butacas repletas de fanáticos del rosarino. Abrimos las puertas de la sala y en ese momento comenzó la magia. Casi como si se tratase de una película, cuando ingresamos, comenzó a sonar nuestra canción, las emociantes notas de piano que dieron paso a un "en un café se vieron por casualidad" muy emotivo para ambos. Misión cumplida, pensamos. A disfrutar del show. No estabamos entrando a un simple teatro sino a un sueño que comenzaba a realizarse.
Al ubicarnos en nuestros asientos lo vimos de frente, ahí estaba, Fito Páez, solo al piano, sobre el escenario y entonando la melodía que tanto nos gusta.
Después de escuchar esas 11 y 6 emociones nos sumergimos en un concierto fantástico llevado por un verdadero maestro de ceremonía, que movía a la gente al compas de sus dedos en el piano y su voz única. A ratos, poniendo en su sitio a algunos "boludos" que interrumpían, pero siempre con su buen ánimo, siempre con la buena onda de los argentinos. La noche continuó mientas sentíamos pasar Dos días en la vida paseando con los emotivos Ejes de mi carreta que enmudecieron a todo el teatro por el sentimiento que Fito puso en la canción.
Con el sueño cumplido y con esa persona tan especial a mi lado, sentí que podía morir en paz y ser enterrado en las Tumbas de gloria en un lugar Detrás del muro de los lamentos, llevándome conmigo Un Vestido y Un Amor porque te vi ahí, junto a mí. Eso nos llevo a dejar el alma cantando al mismo instante que Fito salía del escenario para regresar, breves minutos después, coreado por un fuerte "olé, olé". Al volver junto al piano dejó un mensaje muy claro: Yo vengo a ofrecer mi corazón. A capela.
Con el estadio convertido en la tribuna de un estadio volvió al piano para deslumbrar a todos, como siempre, Brillante sobre el mic; un tema que logró calar hondo y con un inolvidable mensaje para que no olvidemos a aquellas personas que han marcado nuestras vidas. Después de esto, fue fácil entender que Dar es dar, mientras una Mariposa technicolor volaba por el teatro, Todos nos sentíamos parte de ese escenario que explotaba de júbilo con esta canción, un himno para los amantes de la música del argentino.
Nuevamente salió del escenario, pero el clamor de la gente logró una segunda vuelta, que hizo que todos rompieran el protócolo. Los expectadores salieron disparados hacia adelante para obtener las mejores fotos y videos, para conseguir la anhelada "selFito", y nosotros no nos quedamos atrás. Al sentarse en el piano y entonar las melodiosas notas de su última canción de la noche, pues, A rodar mi vida y a brincar y saltar sobre los tablones para que el aliento y el cariño se sientan.
El cierre perfecto para una noche sin reproches, en donde más de uno llenó su memoria con interminables recuerdos que no van a olvidar. Lo logró un hombre, con una voz extraordinaria y un espíritu juvenil que lo sigue caracterizando.
Así disfrutamos de este genio del rock latino, en un concierto del que todos hablarán durante mucho tiempo. Yo ya tengo lista la imagen reminescente de una de las mejores veladas en mucho tiempo. Tiene, por supuesto, una F: de Fito y de felicidad compartida con aquella persona especial que potencia cada recuerdo con su presencia.
* Fotos tomadas del buscador de imágenes de Google y de la página web de diario El Universo.



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