Espacios En Blanco

Sonaba el reloj y eran las cinco de la mañana. No podía dormir. Era marzo, había lluvia en mi ventana y una tempestad en mi cabeza porque no concebía juntar mis ideas para escribir, ¿qué me pasa?

Parecería que desde hace algún tiempo hay una lluvia en mi interior que comenzó a apagar la llama que tenía por escribir cuando inicie este blog. En reiteradas ocasiones he mencionado este mismo inconveniente que tenía para juntar mis ideas y crear una nueva publicación, pero ahora siento que ya no puedo, aunque haga el intento.

Quisiera discernir el motivo por el cual ahora me cuesta tanto, y guardo una gran tristeza al saber que marzo de este año fue el primer mes en más de tres años en que no publiqué nada. Sin embargo, la herida es aún más profunda porque al analizar con detalle el blog, observo cuantos espacios en blanco he dejado. Cuántas publicaciones que se quedaron sólo en el título y otras a medio terminar. En fin, comencé a llenarme de espacios en blanco.

¿Será que ya no tengo el tiempo? ¿No tengo la motivación para continuar con esto? ¡Qué me pasa! Sigo tratando de poner las cosas en perspectiva y resolver lo que sea que está ocurriendo en mi cabeza que no me deja concentrarme en hacer las cosas que me gustan. Al recordar por qué comencé a escribir pienso en la gran emoción que sentí con mi deseo de ser el autor de un cómic, una novela o alguna disertación sobre un tema de mi agrado. Hoy todo parece ser muy lejano mientras lucho contra el bloqueo de escritor en el trabajo y trató de obtener fuerzas para superarme académicamente.

Lo único que aún me mueve a escribir es la luz que me acompaña todos los días desde el alba hasta el momento que cierro mis ojos a su lado. Ella que me inspira a no bajar los brazos y seguirlo intentando. A luchar por mis sueños, a hacerla parte de ellos. Si hoy escribo es por ella y para que el resplandor de todo lo que anhelo me siga guiando.

Al final de estas líneas reconozco a mis tres adversarios: el tiempo, las distracciones y el conformismo. Debo vencer estas barreras para alcanzar mi meta, para aspirar a ser como Ogilvy, Twain o Borges. Pero, sobre todo, está es una lucha para no permitir que nada me arrebate aquello que me hace feliz: ¡escribir!